
Los impactos climáticos en el sector del agua ya alcanzan niveles severos y provocan pérdidas económicas y humanas crecientes.
Las sequías extremas, cada vez más frecuentes y duraderas, amenazan la disponibilidad y la calidad de los recursos hídricos.
Las proyecciones climáticas estiman una reducción de hasta el 40% de la precipitación bajo escenarios de altas emisiones.
La intensificación de las precipitaciones extremas incrementa el riesgo de inundaciones, principalmente en áreas mediterráneas y del sur peninsular.
Se prevé que los impactos esperados generen efectos en cascada sobre prácticamente todos los sectores de nuestro país.
La adaptación afronta grandes desafíos por la interdependencia con otros factores no climáticos como la sobreexplotación y contaminación hídrica derivadas del desarrollo urbano, agropecuario e industrial.