
El sector energético tiene una importancia estratégica a nivel global, jugando un papel esencial en la economía mundial y el desarrollo de las sociedades actuales.
Se anticipa una disminución en la eficiencia y capacidad de las redes de transporte y distribución eléctrica como consecuencia de las altas temperaturas proyectadas en los escenarios futuros.
Las altas temperaturas también afectan al almacenamiento de energía debido a la reducción del rendimiento de las baterías eléctricas.
El aumento de las temperaturas medias y la mayor frecuencia de olas de calor podrían incrementar notablemente la demanda eléctrica,
En España este sector presenta una fuerte interdependencia con el recurso hídrico (nexo agua-energía), lo que acentúa su vulnerabilidad frente al cambio climático.
La fuerte vinculación del sector de la energía con otros sectores lo posiciona como un nodo estratégico cuya vulnerabilidad puede amplificar riesgos intersectoriales.