
Con más de 28 millones de hectáreas, el territorio forestal representa el 55,8 % de la superficie nacional, lo que lo convierte en un sistema altamente expuesto.
Un 74% del territorio nacional es vulnerable a la desertificación, riesgo creciente en el contexto del cambio climático. Esta situación se ve agravada por la aridificación del clima y el aumento de la torrencialidad.
La aridificación del clima puede alterar la composición y estructura de las masas forestales, reducir su productividad e incluso comprometer su persistencia.
El cambio climático intensifica las condiciones propicias para la ignición y propagación de incendios forestales, como temperaturas extremas, sequías prolongadas y vientos intensos.
Factores socioeconómicos como la estructura de la propiedad forestal y la despoblación rural, influyen en la vulnerabilidad del sistema forestal.